Probablemente, todos hemos sentido estrés. A veces por un momento breve y debido a alguna situación, como pasar por un examen. Otras veces más persistente y complejo, como cuando tenemos problemas de relación, algún miembro de la familia está enfermo o debido a la muerte del cónyuge o de otra persona significativa.
El estrés puede entenderse como una sobrecarga para el individuo y puede ser positivo o negativo. Es positivo cuando el individuo interpreta que las consecuencias de la situación serán favorables para sus intereses. Por el contrario, si percibe que dichas consecuencias serán desagradables o perjudiciales, el estrés será negativo.
El estrés ha sido definido, fundamentalmente, de tres maneras distintas: como estímulo, como respuesta y como interacción o "proceso transaccional".
Cuando algunas personas hablan del estrés, se refieren a un estímulo medioambiental, reflejado en la frase: "Tengo un trabajo muy estresante". Otros consideran al estrés una respuesta física, lo que se traduce en frases como: "Cuando siento mucho estrés me dan unas taquicardias violentas". No pocos consideran el estrés como el resultado de la interacción de los estímulos medioambientales y la persona: "Me siento estresado cuando tengo que tomar decisiones importantes o significativas, otras decisiones no me estresan".
Estas tres perspectivas también aparecen reflejadas en las diversas teorías del estrés que se registran en la literatura científica, tema que, vale apuntar, es uno de los que más producción bibliográfica aporta en estos tiempos en el campo de la psicología y la medicina. Resulta significativo y de gran interés que el estrés se considera un factor influyente en la aparición y el curso de las enfermedades de manera general, tanto como factor predisponente, precipitante o perpetuador.
En esta misma dirección apuntan numerosas investigaciones. Por ejemplo el Dr. Marlowe, en 1998, realizó un estudio en el que encontró que los acontecimientos estresantes preceden con más frecuencia los períodos de dolor de cabeza o cefalea en pacientes que padecen de migraña, al tiempo que el estrés que se manifiesta durante la cefalea intensifica el malestar.
Otros numerosos investigadores han defendido la existencia de una relación entre los niveles de estrés y la aparición de enfermedades; además es causa de accidentes, provoca el abuso de sustancias psicoactivas y conductas autodestructivas. Igualmente se valora el impacto que tiene su presencia sobre la economía, la productividad y la aparición de diversos trastornos psicosociales.
El estrés se convierte en peligroso cuando interfiere con tu habilidad de vivir una vida normal por un período extenso de tiempo. Tú puedes sentirte "fuera de control" y no tener idea de lo que debes hacer, aún si la causa es relativamente insignificante. Esto a su vez puede causarte que estés continuamente fatigado o fatigada, no te puedas concentrar o estés irritable en situaciones normalmente tranquilas.
El estrés prolongado puede aumentar cualquier problema emocional que haya surgido de eventos traumáticos en tu pasado, e inclusive existe la posibilidad de que aparezcan pensamientos suicidas a causa del agotamiento y el agobio.
Si la causa de tu estrés es temporal, los efectos físicos usualmente son de corta duración. En una investigación la tensión de tener que realizar exámenes aumentó el grado de acné entre estudiantes universitarios. Tal condición disminuyó después que pasaron los exámenes.

Reacciones al estrés a largo plazo pueden alterar el sistema inmunológico del cuerpo en formas que están asociadas con otras condiciones de envejecimiento como son la fragilidad, descenso en funcionalidad, enfermedad coronaria, osteoporosis, artritis inflamatoria, diabetes, y algunos tipos de cáncer.
Las investigaciones también sugieren que el estrés imposibilita la capacidad del cerebro de bloquear ciertas toxinas y otras moléculas más grandes, potencialmente dañinas. Esta condición también es común en pacientes que sufren la enfermedad de Alzheimer.
El tema es muy amplio. ¿Cuántas preguntas no te habrás hecho al leer estas líneas? He aquí algunas de las que puedo imaginar.
¿Es normal tener estrés? ¿Cuáles son los síntomas por los que podemos identificarlo? ¿Por qué unas personas son más propensas que otras a presentarlo? ¿Cómo podemos saber si tenemos estrés? ¿Cómo afrontarlo? ¿Cómo saber si soy una persona vulnerable al estrés?
Las respuestas a estas interrogantes las encontrarás en próximos encuentros entre "El Psiquiatra y tu", donde siempre te espero con la pretensión de contribuir a tu crecimiento y desarrollo personal.
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