Confieso sentirme optimista al analizar los nuevos proyectos que desarrollará el país para lograr avances sostenibles en la economía, a pesar de las presiones del imperio estadounidense y el creciente recrudecimiento del bloqueo.
Lo digo porque, de todo cuanto se ha explicado sobre los planes para beneficiar al país, a los trabajadores y a las familias cubanas, cambiando todo lo que debe ser cambiado, revolucionando las formas productivas y defendiendo la unidad de acción y cooperación entre los sectores, estatal y privado, se sitúa a la política industrial en el lugar que le corresponde.
El propio Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, dejó sentado en la reciente reunión del Consejo de Ministros, que la Política Industrial aprobada le otorga “el verdadero papel que tiene que jugar la industria nacional en las condiciones en que estamos potenciando la economía”.
Acotó Díaz-Canel que se le ha pedido a la industria que esté atenta para valorar qué se puede ir produciendo en el país de todo lo que haga falta; y ello es parte de la Estrategia Económica y Social que se ha diseñado.
Como nunca es tarde para animar la economía con hechos concretos, aplicando la ciencia y la técnica, es plausible la decisión de revolucionar la industria, como sugirió José Martí desde su tiempo, porque: "Fuerza es ante todo alentar y premiar (…) todos los ramos de la industria nacional".
Para organizar esa esperada política fueron estudiadas unas dos mil entidades de las industrias mecánica, ligera, química, electrónica, siderúrgica y de reciclaje, con la participación de unos 300 experimentados especialistas, incluyendo académicos.
Es que, en vez de importar, Cuba tiene que autoabastecerse con sus propios esfuerzos e incluso, incrementar las exportaciones para poder ingresar parte de las divisas que necesita el país. Pero, para ello, hay que transformar y modernizar gradualmente las industrias, dando prioridad a los productos de mayor impacto, con acciones vigorosas e innovadoras, como se explicó en la propia reunión.
Y como había alertado el Comandante Che Guevara que ¨el impulso más formidable a la producción debe darse por la vía del desarrollo tecnológico¨, se impone la incorporación de nuevas tecnologías; priorizar inversiones; asumir el reciclaje; no importar lo que se puede hacer en Cuba; lograr exportaciones con alta integración nacional; potenciar los encadenamientos productivos, y establecer mecanismos económicos y financieros para su desarrollo.
De ahí que, como también se explicó en la reunión del Consejo de Ministros, ha de incrementarse el valor agregado de las producciones manufacturadas; que los trabajadores estén debidamente capacitados, y que se eleve su permanencia en los respectivos puestos de labor.
La tarea del cambio es titánica, porque para ello hay que romper la inercia empresarial, romper viejos esquemas e imponer orden en todas las gestiones económico-productivas, pero resulta indispensable y ese proceso debe estar acompañado del cabal convencimiento de que sí se puede lograr; hay que esmerarse en hacerlo todo bien y para ello, hay que poner de moda la creatividad.
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