Muchas personas conocedoras de mi condición de periodista, me han sugerido tratar el tema del aumento desmesurado de los precios de los productos agropecuarios, por parte de los trabajadores por cuenta propia, lo cual resulta lesivo al bolsillo de los consumidores, un mal que está presente en todas las provincias de Cuba.
Me dispongo a hacerlo comenzando por decir que las denuncias formuladas por la población al respecto, merecen una respuesta ágil por parte de las autoridades responsabilizadas con el enfrentamiento a ese problema.
El país está abocado, actualmente, a tareas de alta prioridad, como son el incremento de la producción de alimentos, la unificación monetaria y cambiaria, y la anunciada reforma salarial, todo en medio de la pandemia de la Covid-19 que nos sigue afectando y demanda una atención esmerada.
Pero resulta que en ese complicado contexto se ha desatado, antes de la Tarea Ordenamiento, un inusitado aumento de los precios de productos y servicios, y en particular los productos agropecuarios llevan la voz cantante en ese río revuelto para ganancia de pescadores, entiéndase especuladores de precios.
Muchos de los que han incrementado el costo de sus productos o servicios, alegan que se trata de los nuevos precios pos COVID-19, en un intento de justificar lo injustificable, adelantándose a la Tarea Ordenamiento, que contempla cambios necesarios para impulsar la estrategia de la economía en el país.
Es una realidad que los agromercados particulares y los “carretilleros” están abastecidos de variados productos, pero a precios elevadísimos, prácticamente inalcanzables para un trabajador asalariado, mientras los mercados estatales, están prácticamente vacíos.
La libra de carne de cerdo se cotiza a 55 pesos, como mínimo, el frijol colorado a 40 pesos, el tomate de ensalada a 30 pesos la libra, el ají pimiento a 25 pesos la libra, una pequeña cabeza de ajo a cinco pesos; un macito de cebollín a cinco pesos y un aguacate a 20 pesos o más.
Si a esta relación añadimos los precios de la malanga, la fruta bomba, la col, el plátano, el boniato y la yuca, por solo mencionar otros productos alimenticios, bastaría con decir: saque usted sus propias conclusiones.
Lo cierto es que los precios ya están disparados y para un trabajador estatal, con los salarios actuales, resulta prácticamente imposible satisfacer sus necesidades alimentarias.
Lo cierto es que no hay bolsillo que aguante ante la pérdida total del respeto al dinero de los asalariados cubanos.
Comentarios (1)