Hace pocos días escribí un análisis sobre los abusivos precios que imponen la inmensa mayoría de los vendedores privados, en específico los carretilleros, a los productos agropecuarios y servicios que brindan y que resultan lesivos para el bolsillo de los clientes.
He recibido numerosas muestras de aceptación sobre mi punto de vista, junto a la sugerencia de que trate sobre otro lesivo actuar de personas inescrupulosas que venden productos de aseo o de primera necesidad, como son leche en polvo, aceite, detergente, pasta dental, jabón, desodorante, champú, entre otros, de dudosa procedencia a precios prácticamente fuera del alcance de una persona que solo vive de su salario.
Estos precios oscilan en rangos que duplican, triplican, cuadruplican, quintuplican, y más, los establecidos para esos productos en las tiendas recaudadoras de divisas.
La presencia cotidiana de esos artículos en manos de los especuladores que los comercializan, hace pensar que provienen de “fugas” que se producen en los eslabones de la cadena comercializadora, algo a lo que considero que hay que ponerle fin.
Independientemente de que si son adquiridos de manera legal o fraudulenta, los precios de las ofertas denotan el marcado propósito de obtener elevadas ganancias, en detrimento de los clientes que no pueden adquirirlos en las redes comerciales.
A todas luces se trata de un comercio ilegal en manos de especuladores, que se realiza a la vista de todos. Salga usted a caminar por cualquier calle o puntos de venta, y podrá comprobar la presencia de este proceder, al que debe ponerse freno para la debida protección al consumidor y exigencia del respeto a la legalidad.
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